domingo, 10 de enero de 2016

Slow Education




El título o concepto de “slow education” que lleva por título el artículo sobre el que voy a reflexionar, me ha llamado la atención porque tal como dice el artículo y en mi corta experiencia como docente, las jornadas escolares son en muchas ocasiones estresantes. A penas hay tiempo para conocer a los alumnos o realizar actividades que se salgan de lo programado. Entras en clase con el esquema de todo lo que tienes que hacer durante esa hora o 50 minutos y no hay lugar para imprevistos, hay que terminarlo “si o si”, pues de otra manera para el día siguiente tendrás que pisar el acelerador todavía más.
El tema que propone este artículo me ha encantado, pues en muchas ocasiones me pregunto ¿cómo poder cumplir con la ley a la vez que me relajo en las clases, dejando de verdad ser más protagonistas a los alumnos, dedicando más tiempo a determinados temas, saboreando esos buenos momentos, aprovechando las motivaciones de los alumnos, etc?.
Buscando más información acerca de esta filosofía o movimiento slow, he encontrado que el origen del concepto surgió en Italia como protesta por la apertura de un McDonals. Esta corriente de pensamiento propone que las actividades humanas se hagan de forma calmada,  sin someterse a la tiranía del tiempo, pues las cosas importantes de la vida no deberían acelerarse. Aplicado a la educación, todas las horas que los alumnos pasan en el aula, con nosotros, está claro que son momentos muy importantes en la vida, no solo de alumnos sino en las nuestras como docentes. Hay momentos realmente maravillosos, que no deberíamos dejar escapar por falta de tiempo o porque ya toca pasar al tema o ejercicio siguiente.
Además en España hay dos centros slow, uno en Gijón y otro en Bilbao, que apuestan por vivir, aprender al máximo del momento presente, sin prisas, como la mejor manera de desarrollo personal. Me gustaría saber cómo en estos centros se trabaja, qué de distinto hay en esta forma de impartir clases y como todo ello se recoge y se evalúa, sí es que hay que evaluarlo.
Es muy positivo reflexionar sobre el tema del tiempo y de la importancia que damos a cada actividad o momento con nuestros alumnos. También creo que no debería quedarse solo en reflexión sino, en la medida de lo posible, intentar llevar a cabo una educación más pausada y reflexiva, pues ello no va en detrimento del aprendizaje de nuestros alumnos.
Como punto negativo, debo decir, que como todo llevado a un extremismo puede ser muy negativo, pues los propios profesores podemos caer en la pereza o dejadez de temas importantes, o en no cumplir realmente con lo que por ley se nos exige a nosotros y a nuestros alumnos. Llevado a un extremo o descontrol por parte del profesor podría convertirse en una pérdida de tiempo.
Los consejos al final del artículo creo que son muy buenos, coherentes y un punto intermedio para poder llevar a cabo parte de esta filosofía que puede ser tan beneficiosa para todos. Son consejos sencillos y que perfectamente se pueden hacer en el aula sin que nuestro trabajo se vea alterado. Sin duda tomo buena nota de ellos para tenerlos presentes en mis clases.

No hay comentarios:

Publicar un comentario